La ruta 48 por las grandes dehesas andaluzas, es una ruta circular de unos 300 km con cuatro sectores, en mi caso, precedidos por un enlace Córdoba-Sevilla, y culminados con una prolongación hasta Aracena. En total, unos 500 km.
Para hacer el enlace tomé la A-431 pasando por Almodóvar del Río, Posadas, Palma del Río, y ya en Sevilla, Lora del Río, Alcolea del Río, Cantillana, Burguillos, Guillena y por fin Las Pajanosas. En total 135 km que me llevaron dos horas, incluido el desayuno en Alcolea del Río, en un bar amplio y limpio junto a la carretera, donde me sirvieron unas tostadas y un café magníficos.
Ya en las Pajanosas, arranca el primer sector de la ruta, que nos lleva hasta la Venta del Culebrín por la N-630, a través de la Ruta de la Plata, que sigue hasta Mérida y Portugal. Esta carretera es un verdadero regalo, por el paisaje de bosque mediterráneo con dehesas de encinas y alcornoques, y porque desde que entró en funcionamiento la Autovía de la Plata, esta vieja nacional está desierta, y sus curvas son continuas y suaves, permitiendo una conducción tan alegre como uno quiera. Con todo, en este viaje no la he disfrutado tanto como en otras ocasiones, primero porque encontré un par de tramos en obras, y también porque el Tomtom me sacó en un punto de la nacional, llevándome por una carretera destrozada que transcurría por un paisaje muy agreste en el que me crucé tan sólo con un ciclista de montaña. Viajar sólo y sin prisa te permite aceptar esos guiños del GPS, que con frecuencia te conducen a espacios realmente recónditos. Estuvo bien, aunque entre esta excursión y las obras, la experiencia de subir la N-630 a ritmo y del tirón, fue un poco interruptus. En el trayecto se recorren varias ventas y algunas aldeas de Sevilla como Las Nieves (desde donde parte la N-433 hasta Aracena y Portugal) y El Ronquillo; y de Huelva, como Santa Olalla del Cala, hasta Venta del Culebrín, donde termina este sector y entramos en Extremadura. En la Venta del Culebrín paré a repostar y fumar un cigarro.

El segundo sector avanza por Extremadura, por un páramo solitario desde Venta del Culebrín hasta Llerena, pasando antes por Pallares, a través de la EX-318 y la EX-103, carreteras estrechas, reviradas y solitarias.
Dice Pedro Pardo, autor de la guía España en Moto que yo tanto utilizo, que Llerena es la población andaluza más bonita de Extremadura. A mí, sin embargo, no me dio esa sensación. Llerena me parece a mí, un precioso pueblo extremeño, en la Campiña Sur de Badajoz. Paré a tomar un café y dar un paseo por la Plaza de España, con su imponente iglesia de Nuestra Señora de la Granada, y frente a ella, el portal de la Casineta, un pasaje con diez o doce arcos encalados.

Zurbarán, aunque pasó muchos años en Sevilla y también en Madrid, era extremeño y vivió unos años en Llerena, en una casa próxima a la plaza, en la que hay además una fuente diseñada por él.

El tercer sector, entre el monte y el llano, nos conduce por la EX-200 hasta Guadalcanal, un breve paseo de 20 km por una carretera rápida y perfecta con magníficas vistas.
A partir de Guadalcanal se entra en el cuarto sector, que nos lleva de arriba a abajo por la Sierra Norte de Sevilla. Los primeros kilómetros por la A-433 hasta Alanís son relajados y con pocas curvas. Desde Alanís se sale, ya por la A-432, hacia Cazalla de la Sierra, con más curvas pero no demasiado exigentes. Llegué a Cazalla de la Sierra poco antes de las tres y con hambre, así que busqué un parque, me instalé en un banco, y me calenté una fabada que con una fruta y un cigarro, me dejaron como nuevo.
Cazalla de la Sierra es famosa por sus anisados y aguardientes, y tiene un Centro del Aguardiente con museo, jardín y tienda, cerca de la Plaza Mayor, así que hice intención de irme a la plaza, y tomarme un café y dar un paseo mientras abrían el Centro del Aguardiente. El problema fue que el Tomtom me la lió y me dió un paseo por todo el pueblo, y cuando finalmente llegué a la plaza, era imposible aparcar allí incluso para una moto, así que tuve que seguir y dar una nueva vuelta al pueblo, que también fue completa, y tampoco pude aparcar. Entonces el Tomtom me llevó a buscar espárragos por las huertas de la parte más alta del pueblo y en fin, empecé a acordarme de Bill Murray y El Día de la Marmota, y escapé de allí como pude, sin sentarme en la plaza, sin tomar café, y sin mi botella de aguardiente. Ya fuera del pueblo, paré en un bosquecillo, y con la ayuda de Google Maps comprobé que girando a mi derecha, continuaba la A-432 en dirección a El Pedroso, que sabía que estaba en mi ruta, y por allí tiré, un poco agobiado por todo el tiempo que había perdido. Por la noche, revisando en el hotel, vi que entre Cazalla y El Pedroso, la ruta pasaba también por Constantina, y que huyendo del secuestro de la marmota me lo salté. Fue una pena, porque la carretera entre Cazalla y Constantina es espléndida, ya tengo excusa para volver pronto por allí.
Desde El Pedroso continúas bajando hacia Sevilla por la A-432, hasta un punto en que la abandonas, para entrar en el quinto sector de la ruta por la A-3102 hasta Castilblanco de los Arroyos, saliendo ya de la Sierra Norte. Esta carretera me encantó, es la típica carretera rota y abandonada que para cualquier persona es una pesadilla, pero que a muchos motoristas nos encanta. Iba despacio pensando que esa carretera no debía usarla nadie salvo ciclistas y motoristas trail, cuando a la entrada de una curva me encontré de bruces, nada más y nada menos que con un autobús. Sólo puedo imaginar que iba vacío y que el chófer iba para su casa por el camino más corto… El caso es que los dos íbamos a una velocidad adecuada y pudimos cruzarnos sin problemas. Desde Castilblanco, sigues bajando hasta Burguillos, y luego al oeste hasta Guillena y Las Pajanosas, donde, ya muy cerca de Sevilla, empieza y termina esta ruta circular.
Al día siguiente tenía previsto hacer la ruta 49, que va de Sevilla a Portugal por la Sierra de Aracena, así que decidí prolongar la jornada haciendo el primer sector, para hacer noche en Aracena. Así que, por segunda vez en el día, volví a subir la N-630 desde Las Pajanosas hasta Las Nieves, donde tomé la N-433, que te lleva hasta Portugal pasando por Aracena. Como todas las nacionales es amplia y segura, pintada y con arcén, con curvas suaves, y un paisaje de dehesas ganaderas. Paré en una gasolinera para limpiar el casco, beber agua, tomar un café, descansar un poco y fumar un cigarro, y seguí mi ruta despacio, dejándome llevar, hasta llegar a Aracena.
En Aracena había reservado en el hotel Sierra de Aracena, un hotelito muy recomendable en pleno centro, con parking gratuito para motos y bicicletas. Es un hotel sencillo pero muy cómodo y con un personal muy agradable. Una ducha, ropa cómoda, y salí para dar un paseo y comprar algo de comer. Andé un buen rato y compré en un súper unas cervezas, pan, y cien gramos de jamón ibérico de bellota de la sierra de Huelva. Pasé por el hotel a coger algo de fruta, y me fui con mi picnic al parque de enfrente, donde, bien abrigado, con noche cerrada, cené y fumé bien agusto, viendo a los vecinos pasear a sus perros.
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