Bus hasta La Croix de Berny, y RER y metro hasta llegar a la Place de l´Hotel-de-Ville (plaza del Ayuntamiento), donde empezaba un free tour por el centro de París que habíamos contratado. Llegamos al punto de encuentro con 15 minutos de antelación, así que buscamos al señor del paraguas, nos identificamos, y como el día estaba lluvioso, cruzamos la calle para refugiarnos en unos soportales y esperar a cubierto. Sin embargo, las chicas no eran capaces de estar quietas 10 minutos, así que se fueron a ver escaparates, prometiendo volver a tiempo, y el niño y yo nos quedamos allí tranquilamente, fumando (yo), y viendo a los parisinos pasar. Como era de esperar, acabamos pasando nervios porque llegó la hora y las chicas no aparecían por ninguna parte… Finalmente aparecieron y cruzamos juntos a la plaza, donde ya estaba formado el grupo, y los dos guías empezaban a pasar listas. Nos dividieron en dos grupos y tuvimos mucha suerte, porque nos tocó un guía fantástico, un madrileño que se llamaba Fernando, licenciado en historia y máster en arqueología. Pero no sólo era un tío cultísimo, también tenía un gran sentido del humor, por lo que el tour fue una experiencia espléndida. Nos explicó que cuando terminó el máster, tras hacer alguna sustitución como interino en un instituto, se volvió a quedar sin trabajo, y comprendió que para un arqueólogo en España sólo hay tres salidas: por tierra, mar, o aire… así que se fue a País, se sacó el título de guía oficial de la República Francesa, y llevaba ya 7 años trabajando en París. Lo conocía todo perfectamente, y lo contaba muy bien y con mucho sentido del humor, aprendimos mucho y nos reímos mucho, ¿qué más se puede pedir? Estuvimos paseando por la Isla de la Cité, que  se encuentra en medio del río Sena, en el corazón de París, y que es considerada como el antiguo centro de la ciudad.

Place de l’Hôtel-de-Ville (Plaza del Ayuntamiento). Punto de encuentro para el free tour.

Primero fuimos a visitar la Catedral de Notre Dame, la gran catedral gótica de París, que todos conocemos, al menos, por el cine, ¿quién no ha visto El Jorobado de Notre Dame? Sólo pudimos verla por fuera. Aún está en obras y rodeada de andamios y con una valla de obra en la que pueden contemplarse fotografías de la catedral. Fernando, el guía, nos explicó que la rehabilitación estaba siendo lentísima porque los restos del incendio de 2019 siguen desprendiendo emanaciones tóxicas, y no ha sido fácil encontrar obreros que quisieran trabajar todo el tiempo con unas máscaras especiales, y eso ha hecho que la rehabilitación haya sido más lenta. En realidad, hasta hace poco han estado retirando escombros y la reconstrucción ha empezado hace poco, por lo que probablemente haya que esperar aún un par de años para poder visitarla por dentro.

Notre Dame en obras, con su grúa y su valla.

Después seguimos caminando hasta el Palacio de Justicia, todavía en la Isla de la Cité. Está construido en el lugar del antiguo Palacio Real de San Luis, del cual permanece la Sainte Chapelle, magnífica capilla gótica que nosotros habíamos visitado el día anterior. El Palacio de Justicia también contiene la antigua estructura de la Conciergerie, una antigua cárcel, en la actualidad un museo, donde estuvo encarcelada María Antonieta antes de ser ejecutada en la guillotina.

Palacio de Justicia de París, con la Conciergerie y la Sainte Chapelle.

Estuvimos un buen rato contemplando el Palacio de Justicia bajo la lluvia, Fernando nos comentó que el mal tiempo de París es uno de los secretos mejor guardados de los parisinos, y que sólo había un puñado de días de sol al cabo del año. Nos habló también del barrio latino, y nos recomendó visitar el Café Procope, uno de los más famosos y el más antiguo café-restaurante de París, fundado en 1686. Está situado en el 6º distrito, en la rue de l’Ancienne-Comédie, 12.  Es un café y restaurante de artistas e intelectuales, que fue muy frecuentado por Voltaire y Rousseau. No tuvimos tiempo de visitar el Café Procope, pero sin duda, queda anotado para una próxima visita.

Después seguimos paseando hasta el Sena, y parados en uno de sus puentes,  estuvimos viendo el Palacio Real y nos estuvo hablando de las diferentes torres y su historia. Cada vez que nos parábamos todo el mundo le preguntaba cosas sobre París, el alojamiento, los restaurantes… Nos contó que París es la ciudad del amor porque o te buscas una pareja para pagar a medias el alquiler, o es imposible. Él y su chica, también guía, pagaban 1.340€ por un apartamento de 40 metros, y hablando de comida, nos contó que a los parisinos les encantan los caracoles, porque detestan, la comida rápida, esto nos hizo mucha gracia.

Las Torres del Palacio Real, desde uno de los puentes sobre el Sena.

Y seguimos nuestro paseo hasta el Palacio del Louvre, que fue la sede real del poder en Francia, hasta que Luis XIV se trasladó a Versalles en 1682, llevándose  el gobierno con él; el Louvre fue la sede formal del gobierno hasta el final del Antiguo Régimen en 1789. Desde entonces ha albergado el célebre Museo del Louvre así como varios departamentos gubernamentales. Es un palacio descomunal de 40.000 metros cuadrados, con dos grandes patios interiores que nos causaron un gran impacto. También estuvimos en la zona de la pirámide, y finalmente bajamos a los Jardines de las Tullerías, donde terminó el free tour. 

Uno de los patios interiores del Palacio del Louvre.

En los Jardines de las Tullerías nos llamó la atención «el otro» Arco del Triunfo de París. Efectivamente, además del famoso y enorme Arco del Triunfo que hay en el extremo de los Campos Elíseos, Napoleón también mandó construir este otro arco, más pequeño, pero con idéntica intención de honrar a su ejército. Es curioso que los dos arcos están perfectamente alineados, de forma que aunque distan varios kilómetros, mirando por el interior de uno de ellos, al fondo en línea recta, se divisa el otro.

El otro Arco del Triunfo de París.

En las Tullerías paseamos por los jardines, hasta encontrar un banco libre junto a un estanque, en el que descansamos e hicimos nuestro picnic. Después del picnic pasamos muy buen rato dando de comer a los patos y sus patitos, que socializaban con los turistas con mucho desparpajo y simpatía.

Jardines de las Tullerías.

Para la segunda parte del día teníamos pensado visitar el barrio judío de Le Marais, y en particular, la Plaza des Vosges. Así que allí mismo en los Jardines de las Tullerías, tomamos el metro hasta nuestro nuevo destino.

Le Marais es el barrio con mayor población judía de Europa, si bien actualmente es un barrio muy cosmopolita y con una importante presencia gay desde los años 80. Ya en Le Marais, salimos a la superficie en la Plaza de la Bastilla,  lugar simbólico de la Revolución francesa, situado en el emplazamiento de la antigua fortaleza de la Bastilla.

Plaza de la Bastilla, en Le Marais, el barrio judío de París.

Tranquilamente, dimos un corto paseo hasta la cercana Place des Vosges, que es la plaza más antigua de París. Está situada en el centro de un contorno de edificios realizados en ladrillo y piedra unidos por pasillos de arcadas, que actualmente funcionan como una zona comercial, en la que abundan pequeñas salas de arte Yo desconocía la existencia de esas salas de arte que encontramos por casualidad y que sin duda, aumentaron el interés de esta visita. Se trata de pequeñas salas de arte contemporáneo con muchas obras de  Pop Art  muy interesantes. Este fue uno de esos momentos en los que echas en falta tener pasta para comprar. Sin duda yo me hubiera llevado a casa varias de las obras que vimos.

La plaza en sí, cuenta con una decoración de  jardines y fuentes, y en una de sus esquinas está el Palacio de Sully, originalmente un edificio particular del I duque de Sully a principios del S. XVII, que posteriormente pasó a ser público y actualmente alberga el Centre des monuments nationaux, organismo del  Ministerio de Cultura que gestiona bienes del Patrimonio Nacional francés. No entramos en el palacio, pero sí estuvimos un buen rato disfrutando de sus espléndidos jardines, donde un abuelo paseaba a un precioso bebé cogido de las manos. El bebé se encandiló con nosotros, y no quería irse de ninguna de las maneras, nos miraba serio y tranquilo, muy concentrado… era  precioso y fue una situación simpática que duró un montón de rato, yo ya estaba preocupado por la espalda del abuelo, pero bueno, el señor estaba en forma y fue divertido…

Jardines del Palacio de Sully

Después seguimos paseando por la plaza hasta el número 6, donde está la casa de Víctor Hugo, el gran escritor francés conocido sobre todo por Los Miserables.  La casa es un museo monográfico de París. La visita del museo permite descubrir el apartamento ocupado por la familia de Víctor Hugo en el segundo piso, y varias salas de exposición en el primer piso. En su apartamento está el mobiliario original de su casa, sus cuadros y porcelanas, su escritorio… Fue una visita no prevista, breve y agradable. También hay en el edificio una cafetería y unos baños poco concurridos, limpios y gratuitos.

La Casa de Víctor Hugo.

Después volvimos paseando hasta la plaza donde estaba el metro, y cogimos un transporte a casa. La primera parte del trayecto fue muy bien, pero en la segunda fuimos  como sardinas en lata, pero bueno, es lo que hay y desde luego merecía la pena. Ya en casa, como siempre, duchas, cenita, y descanso hasta un nuevo e intenso día parisino.

Callejeando por Le Marais.

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