Este año he empezado la temporada con la 51 edición de Arguis, la reunión invernal de motoristas más antigua de España, y de las más antiguas de Europa. Es la segunda vez que voy y todo ha ido perfecto.
En esta ocasión he viajado con mi amigo Fran, y allí he podido reencontrarme con viejos amigos como Joao, aunque compartimos poco tiempo porque estaba ayudando en la organización, y David y Antoni, amigos catalanes que no estaban en la reunión pero se acercaron un rato a saludar lo que fue un detalle, tenía muchas ganas de verlos. También pasé algún tiempo con Pedro “Wiwi” (organizador de La Ardilla Vuelve), al que apenas conocía de unas palabras, y con Julián, “Ardilla rutera” (organizador de la Invernal de Tresjuncos), a quien conocía del año pasado que nos presentó Manuel en Mas Gas. Y también conocí a Benjamín, un motorista rumano que habla español mejor que yo.
El viaje desde Córdoba fue tranquilo hasta Guadalajara, a partir de ahí mi moto empezó a tironear y no sabía qué le pasaba. Como teníamos previsto hacer noche en Zaragoza llamamos a Triumph por si podían hacerme un hueco para ver la moto sobre la marcha. Era 20 de diciembre y me dijeron que no tenían tiempo hasta el 2 de enero, vamos que pasaron de mí completamente. Muy diferente de mi anterior avería en ruta, hace un par de años. En aquel caso el concesionario Triumph de Marbella me cogió la moto sobre la marcha y me atendieron super bien.
En fin, decidimos seguir e intentar llegar a Zaragoza y ya veríamos qué hacer al día siguiente. Después de esa parada la moto hizo muy bien lo que quedaba del día. Extrañamente comprobamos que le sentaban bien las paradas, así que repostamos dos veces en unos 200 km y llegamos sin problemas.
Hicimos checking y nos fuimos a cenar a un bar de motoristas cerca del hotel, el Motor Music 66. Realmente éramos los únicos motoristas allí, pero da igual, el bar es estupendo, un american bar en toda regla con excelente comida, buenos precios, buena música y camareras simpáticas, qué más se puede pedir…

Además tenían un retrato de Tom Petty en el wc.

Comimos y bebimos hasta hartarnos, nos hicimos algunas fotos, y volvimos a gatas (al menos yo), al hotel.


Por la mañana resacón y muchas ganas de moto. Decidimos llegar a Arguis despacito y luego ya veríamos si la moto permitía el regreso o yo me volvía en una grúa, pero por lo menos, habríamos disfrutado de la reunión.
Llegamos en un paseo con breve parada para comprar lotería en Huesca. Muchas gracias Fran por regalarme un décimo.
Ya en Arguis nos inscribimos, y nos pusimos a acampar en la península, que es donde se acampa ahora. En mi primera visita acampé en la explanada frente al mítico Merendero Lafoz, ahora cerrado, y la verdad, mucho mejor la península, tan cerca y tan distinta, junto al agua y rodeados de montañas. El clima era suave y el ambiente excelente, animado pero sin que sobrara gente. La península es amplia y estábamos cómodos.


Fran preparó una ensalada gourmet con un aguacate mitológico, un queso fresco francés, anchoas, alcaparras, aceitunas, salmón, sal en escamas… riquísima. La compartimos con Julián y Pedro que se acercaron a nuestro campamento, y a partir de ahí, vinieron doce horas de campa, la mayoría junto a la mítica hoguera de Arguis, charlando con los amigos, y comiendo y bebiendo sin parar.


También tuvimos tiempo de fumarnos unos excelentes puros nicaragüenses.

Especialmente pasé muchas horas charlando con Julián, “Ardilla Rutera”, un pozo sin fondo de sabiduría, y sobre todo un gran motorista y un gran tipo. Esta temporada iré por primera vez a su invernal en Tresjuncos, Cuenca. Una reunión sencilla y tradicional: montaña, gran hoguera de campamento y motoristas. Ni más, ni menos.
Seis horas dan para mucho, así que entre otras cosas, le conté a Julián los problemas que me dió la moto durante el viaje, las pérdidas de potencia y los tironeos. Yo estaba preocupado pero Julián le quitó importancia, y me dijo con seguridad que el respiradero del depósito de gasolina estaba obstruido, y que hacía vacío, impidiendo que la gasolina bajara a la bomba y llegara a los cilindros. Yo deseé que llevara razón…
Hicimos el viaje de regreso tranquilos, sin subir de vueltas y haciendo frecuentes paradas, porque estaba claro que las paradas hacían que la moto no tuviera pérdidas de potencia. Ese ritmo bajo hizo que llegáramos tarde, después de varias horas de conducción nocturna, algo que en invierno es mejor evitar.
Llegamos tarde y cansados pero bien. Al día siguiente llevé la moto al taller, la revisaron, y comprobaron que la válvula antirretorno de gases del depósito de gasolina estaba obstruida en ambas direcciones, impidiendo que saliera el aire del depósito, provocando ese vacío que impedía que la gasolina bajara a la bomba y llegara a la admisión. Es decir, exactamente la misma explicación que me había dado, sin ni siquiera llegar a ver la moto, el maestro Julián. Una hora de mano de obra y la moto como nueva.
He disfrutado mucho mi reencuentro con la hoguera de Arguis. Es verdad que ya no está Lafoz, el mítico refugio pirenaico emblema de la reunión durante 50 años, pero en cambio me ha encantado el nuevo emplazamiento en la península, acampando en un prado junto al agua, a orillas del pantano de Arguis, y rodeado de montañas. Desde principios de los 90 había motoristas que acampaban en la península y en otros lugares cercanos, pero la mayoría se instalaba en la explanada junto a la carretera, porque allí se hacía la hoguera. Ahora la hoguera se hace en la península, y la acampada está limitada obligatoriamente a esta zona. Sin embargo es una zona amplia y las inscripciones están limitadas, por lo que se acampa con comodidad y el ambiente es relajado. Sin duda, volveré el año que viene.
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